Qué es

El TDAH es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata del motivo de consulta más habitual en Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil y de Neurología Infantil. Se considera una de las principales causas de fracaso escolar.

Es conocido desde 1902, año en que el pediatra británico George Still describió síntomas parecidos al TDAH en una revista científica. Es un trastorno crónico con una prevalencia aproximada de 5,6% en la población infantil y del 4% en adultos. Lejos de lo que antes se pensaba, no se limita a la edad pediátrica sino que perdura a lo largo de la vida adoptando diferentes formas de presentación y repercusión, según la etapa vital de la persona.

Consiste en una alteración en el desarrollo del sistema nervioso, es decir, un trastorno del neurodesarrollo. Esto se debe a que  la conexión entre neuronas de determinadas áreas del cerebro se encuentre alterada. El motivo es una menor disponibilidad de unas sustancias (neurotransmisores cerebrales) en esas zonas, que permiten que determinados procesos cerebrales se realicen correctamente. Los neurotransmisores principalmente implicados son la Dopamina y la Noradrenalina. También sabemos que hay determinadas  diferencias en la estructura y funcionamiento de algunas regiones cerebrales (corteza prefrontal, cuerpo calloso, ganglios basales y vermix cerebeloso) que son más pequeñas o menos activas.

Algunos de los procesos que se ven afectados son aquellos que corresponden a la función ejecutiva de nuestro cerebro. Son aquellos por los cuales mantenemos la atención frente a un estímulo, planificamos y organizamos una tarea, reflexionamos sobre las posibles consecuencias de las acciones e inhibimos la primera respuesta automática cambiándola por otra más apropiada.

El TDAH se caracteriza por tres rasgos fundamentales presentes en mayor o menor medida: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad. En la práctica, esto se traduce en importantes dificultades para poder aprender, para planificar y organizar, e implica una dificultad en el autocontrol y exceso de actividad y movimiento, que repercuten seriamente en quien lo padece y quienes lo rodean. Su forma de presentación puede ser de predominio inatento (la más frecuente según recientes metanálisis), de predominio hiperactivo/impulsivo o presentación combinada.

Además, hay muchas otras características propias del TDAH que perfilan la personalidad, el pensamiento y la conducta. Por ejemplo, existe una importante dificultad para regular las emociones, para valorar las consecuencias de los actos, para mantener la constancia en el trabajo y para las relaciones sociales y familiares estables.

En relación con todo ello, surgen con frecuencia trastornos asociados y conductas de riesgo que empeoran el pronóstico y dificultan el manejo terapéutico. Es el caso de trastornos de conducta, episodios depresivos, trastorno de ansiedad, trastornos de personalidad, consumo de sustancias tóxicas,  promiscuidad sexual, etc. Es un trastorno que tiene un tratamiento farmacológico asequible, altamente efectivo y manejable con amplios márgenes de seguridad. Se complementa con tratamiento psicológico y psicopedagógico adaptado a las necesidades del individuo. Según la repercusión que el trastorno genere en la vida de cada persona, habrá que elegir la opción de tratamiento más adecuada.

Todavía hay un alto índice de personas sin diagnosticar. Esta falta de diagnóstico es más frecuente en los adultos. Cabe señalar que muchas de las personas afectadas por TDAH, en las cuales su entorno y sus recursos psicológicos no llegan a compensar sus dificultades, se sienten muy infelices. Por eso necesitan asistencia y apoyo para no mermar su calidad de vida.

Pero existe un enfoque complementario positivo. Las personas con TDAH tienen unas características propias que aportan un gran valor a sí mismas y a la sociedad en general. Son entusiastas, sensibles al sufrimiento ajeno, implicadas, creativas y enormemente trabajadoras con las causas que les motivan. Además tienen una capacidad de producción sorprendente y son capaces de plantear soluciones  a conflictos donde otros no pueden.
Por todo lo anterior, se considera fundamental dedicar una parte de los recursos comunitarios a la atención a personas con TDAH.

 


 

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