El TDAH supone un importante problema de salud por el elevado número de afectados/as y las consecuencias que conlleva. Afecta al 5-7% de los niños en edad escolar y se diagnostica en niños 3-4 veces más que en niñas. Esta diferencia se va atenuando conforme aumenta la edad. El diagnóstico en niñas es más difícil ya que no suelen presentar alteraciones disruptivas de conducta. Persiste en algunos pacientes en la adolescencia y edad adulta: 40-70% adolescentes y hasta el 50-60 % cuando son adultos.
La heredabilidad en el TDAH es del 70-80% (Faraone; Perlis et al.,2005).
Estudios retrospectivos señalan un riesgo incrementado de padecer TDAH entre los padres de un niño/a afectado de 2 a 8 veces; lo mismo sucede entre hermanos/as biológicos/as (Faraone y Doyl,2000). El riesgo de un niño/a de padecer TDAH si uno de los padres lo presenta oscila del 60-90% (Brookes et al, 2006; Waldman y Gizer, 2006).
Según las fuentes consultadas, pueden existir diferencias con respecto a la incidencia del trastorno. Ello puede deberse a que el diagnóstico es principalmente clínico, fundamentado en una serie de síntomas y los problemas que generan, sin que exista una prueba objetiva que confirme o excluya el diagnóstico.